Pero también apareció en mi vida de la mano de la querida Sonora (Ale) un dato maravillosamente útil: un kiwi en ayunas puede salvarte de la pesadilla diaria de no poder hacer caca.
Y, frente a las cucharadas de vaselina líquida o a las semillas de lino en agua (y esa sustancia gelatinosa horripilante) o las eternas ciruelitas a toda hora del día, el kiwi es algo así como lo más hermoso que te puede pasar.
Será casualidad o no pero: los días que me como un kiwi en ayunas voy al baño sin ningún tipo de problemas.
San Kiwi: ¡gracias por existir!
Y gracias eternas a Ale. Nunca será suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario