jueves, 19 de mayo de 2011

"Vida normal"

Lo primero que hicieron cuando dije que había tenido una mancha rosa viejo en la bombacha fue indicarme reposo y progesterona 200 mg, un óvulo por la mañana y otro por la noche.

Los primeros días de reposo fueron ab-so-lu-tos y tengo que confesar que incluso los disfruté. Leí, resolví mails personales y de trabajo atrasado, miré televisión y películas, me tiré en el sillón a mirar el techo... Todas cosas que no hacía hace mucho, porque soy en general una persona bastante hiperactiva.

Pero después de las primeras 72 horas, empecé a rogar que mi embarazo se estabilizara y me dejara llevar una vida más o menos normal.

Los días siguientes no hubo ninguna pérdida. Entonces, cuando volví a la guardia, a que me indicaran cómo continuar, la obstetra que me atendió me dijo la famosa frase de "No estás enferma, vos hacé tu vida normal".

Pero, por supuesto, no tenía ni media idea de cuál es mi "vida normal". Intenté hacerle las preguntas que me rondaban en la cabeza, pero los médicos (sobre todo si están de guardia) usualmente parecen tener problemas de tiempo, de paciencia y de escucha...

Salí de la clínica pensando que la "vida normal" de una jocketa, por ejemplo, debe implicar montar a caballo al menos 4 horas diarias. "¿Y si yo fuera jocketa?", pensé "¿debería hacer mi vida normal?". "¿Si fuese fisicoculturista o boxeadora o karateka o acróbata, debería seguir haciendo mi vida normal?"

En fin, metafísicamente hablando entonces: ¿Qué cuernos es una "vida normal"?

Mi "vida normal" incluye algunas actividades que son fuertes o exigentes físicamente. Unas más, unas menos. Algunas puedo manejarlas y otras no. Entonces: ¿cómo saber qué partes de mi vida "normal" era peligrosas para mi incipiente embarazo y qué partes no, más aún cuando venía de hacer un reposo total por las pérdidas?

-"No hacer abdominales, no levantar peso, no caerse", me dijeron. Todas cosas que yo hago en mi "vida normal". "Usá tu sentido común", me dijeron.

Y mi sentido común entraba en contradicción cada vez que me decían que tenía que hacer reposo absoluto si tenía otra pérdida, pero que hiciera mi "vida normal" si no las tenía. Porque, la verdad, entre el reposo absoluto y mi vida normal hay MUCHA distancia.

Primero decidí que continuaría con todo, con pequeñas adapataciones. Pero al pasar los días, y al darme cuenta que mi vida, de hecho, ya está bastante fuera de lo "normal" por el simple hecho de que es la primera vez en mis treintipico de años que estoy embarazada, decidí que suspendería algunas cosas, al menos por un tiempo.

Aquellas que me daban más duda o que sentía que quizás perderían su escencia si no podía hacerlas con la misma disponibilidad corporal que antes, las guardé. Me gusta más pensar que las guardé para más adelante, que que las suspendí.

Pensé "¿Por qué no asumir que éste es un evento único, que está en mi cabeza casi las 24 horas del día -al menos por el momento- y que es normal que me dé un poco de miedo encarar una actividad física extenuante, más allá de que le quite todos los saltos, abdominales y pesos? ¿En fin, por qué no aceptar que sí, que me siento un poco más vulnerable?"

Supongo que todos estos consejos standard que da la fuerza médica a las embarazadas (y a los pacientes en general, pero eso ya es otra cosa) tienen que ver con prevenir cuestiones standard. Entiendo que debe haber muchas mujeres que no quieren ni moverse por miedo a perder sus embarazos. Entiendo que debe haber mujeres que deben vivir el embarazo como algo parecido a una enfermedad. Entiendo que se debe buscar correr de en medio miedos infundados. Pero sacar la conclusión de que, entonces, hay que decirles a todas lo mismo, no es bueno.

Vuelvo a tener la sensación que me hizo sentir hace mucho tiempo que la homeopatía era la única salida: que la medicina debería recordar que cada persona es un mundo. Y que, aunque diferentes entre sí, muchos de esos mundos son "normales" y cada uno debe ser atendido en sus particularidades.

A la jocketa, a la fisicoculturista, entonces, habrá que explicarles que bajen un poco las revoluciones. A la muchacha sedentaria, habrá que explicarle que sería bueno que empiece a hacer algo de actividad física de a poco. Y así, en cada caso único y particular. ¿Verdad?

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